sábado, 26 de agosto de 2023

Las dos victorias de la selección femenina de fútbol

El domingo 20 de agosto presenciamos como la selección española de fútbol femenino se proclamaba campeona del mundo. Lo hacía en su tercera participación en el campeonato, después de haber recorrido en tiempo récord un trecho que ha llevado a algunas de esas jugadoras a la profesionalización de su actividad. Durante ese período los apoyos no han sido tan fuertes como debían, por mucho que ahora todo el mundo quiera hacer ver que desde el primer momento estuvieron apoyando a las mujeres en el fútbol. La excusa de que no generaban seguimiento ni beneficios se ha mostrado rápidamente que hablaba más de la estrechez de miras machistas que de un hecho palpable.
A lo que estamos asistiendo durante esta última semana es a la segunda victoria del fútbol femenino. En este caso sobre el machismo. El caso Rubiales está mostrando la verdadera necesidad de un cambio profundo en instituciones deportivas fundamentales como son las federaciones. La sensación de impunidad que creía disfrutar él como presidente le lleva no solo a generar situaciones demenciales como la del beso sino a no tener reparo a la hora de manipular, falsificar y presionar a cualquiera que sea necesario para mantenerse en el cargo.
Desde la federación de fútbol, Rubiales ha intentado en varias ocasiones dinamitar la marcha del fútbol femenino profesional. No lo ha conseguido y, por cuestiones caprichosas del azar, se está convirtiendo en su mejor aliado. Me explico. No es que el personaje en cuestión tenga en sus planes hacer nada excepcional por las mujeres y el fútbol; ya hemos dicho que trabajaba activamente en contra de ello. Sin embargo, gracias a eso que en sociología se conoce como las consecuencias no intencionadas de la acción, Rubiales se está convirtiendo en un catalizador del cambio respecto al machismo en el fútbol y el deporte en general. Siguiendo el guion de la mayoría de representantes de este país, Rubiales no solo no ha pedido perdón, si no que se ha mostrado en público atacado, dolido y además, con actitud chulesca, se permite el lujo de amenazar. En fin, nada nuevo bajo el sol. Lo curioso del asunto es que, cuanto más cava Rubiales hacia abajo su propia tumba, más favorece la causa de eso que él acusa como “falso feminismo”. Está consiguiendo que desde todos los ámbitos haya un consenso amplio sobre lo impropio de los hechos y lo inaceptable de la situación. Con su error, en el que cada vez ahonda más, está consiguiendo aislar y avergonzar a todos los que en otro momento seguirían enzarzados en la cuestión de si a la chica no le importó, o le gusto o vete tú a saber qué sobre cualquier detalle que opacara lo que verdaderamente ese tipo de incidentes nos muestran a las claras: que el deporte en España, el fútbol en particular, sigue necesitando grandes dosis de reflexión y trabajo sobre la cuestión del machismo. La relevancia del título del fútbol femenino y la metedura de pata garrafal del presidente de la federación puede ser la combinación perfecta para que se genere un punto de inflexión que nos lleve hacia avances sociales en lo deportivo, que son los que de forma incesante busca el feminismo desde hace ya bastante tiempo.