miércoles, 22 de enero de 2014

Liga de fútbol profesional: la metáfora neoliberal

No podríamos encontrar un ejemplo mejor que la liga de fútbol profesional en nuestro país para explicar cómo funciona la economía de mercado global que presenta el neoliberalismo. Para ello, solo tenemos que imaginar que los equipos son países. En este terreno de juego que teóricamente es igual para todos y en el que todos los equipos intercambian libremente sus mercancías (léase, jugadores), vemos enseguida que hay algo que funciona de forma extraña en realidad. Más que una buena autorregulación del mismo que haría imposible grandes desajustes entre los diversos equipos, la liga del fútbol español se ha convertido básicamente en cosa de unos pocos; bueno, más bien de dos.
El supuesto modelo teórico ideal del mercado futbolístico donde incurren libremente y en igualdad de condiciones los equipos dista mucho de ser real. Los grandes equipos nunca han jugado en igualdad de condiciones: ni el presupuesto monetario con el que parten es igual al de sus competidores, ni el trato de favor del que han gozado como sociedades anónimas (especie de proteccionismo estatal) les ha puesto a la misma altura. Esta brecha inicial no ha dejado de acrecentarse y les ha permitido acumular y reinvertir capital en un ciclo sin fin: grandes fichajes y venta de derechos televisivos/ merchandising son los extremos de esa rueda. Según datos ofrecidos por Deoitte Footbal Money League, el Real Madrid fue el club europeo con más ganancias en 2013, 512 millones de euros (siendo el primero en superar los 500 en una temporada) y el Barça el segundo, con 483 millones. Si miramos los datos de años anteriores, la tendencia nunca ha dejado de crecer, ni en tiempos de crisis. Decía que la liga profesional de fútbol era una metáfora de la autorregulación del mercado a nivel global. La polarización en la liga es cada vez más evidente y las desigualdades y asimetrías en la competición cada vez más difíciles de revertir. Más que autorregularse, la propia dinámica del mercado acabará generando equipos súbditos, meras comparsas que tratarán de mantener su puesto sin desaparecer a cambio de ayudar a los de arriba a disputarse los verdaderos beneficios.

jueves, 16 de enero de 2014

Disciplina, jerarquía y libertad

Para mí, una de las cuestiones más controvertidas acerca de las artes marciales es la cuestión de la disciplina. Me horroriza escuchar cada vez que alguien apunta a su niño eso de “ahí aprenden disciplina”, cuando lo que muchas veces quieren decir es que van a aprender a respetar el orden y la jerarquía. Esa visión tan reduccionista del asunto no atiende más que a una imagen distorsionada de las artes marciales vinculadas al militarismo japonés que se desarrolló en el s.XX.
Creo que lo verdaderamente interesante de la disciplina de las artes marciales (transferible a otra actividad) se refiere al desarrollo de una voluntad personal para llevar adelante lo que te propones. Es decir, no dejarse amordazar por la pereza o por el miedo. Decía un poeta chino del que no recuerdo el nombre que la disciplina es compañera de la libertad. Precisamente, sin esa disciplina propia es imposible llegar a desarrollar lo que te propones. Nunca vas a llegar a desarrollar esa libertad que, según Bakunin consistía en desarrollar, cada uno de nosotros, todo el potencial que traíamos dentro y ayudar a los demás también a lograrlo. La disciplina que te inculca respetar la jerarquía para medrar, para obtener dinero y así poder comprar tu libertad es la disciplina del esclavo, del miedo y de la muerte en vida (esa acumulación inagotable llamada capital).