sábado, 3 de agosto de 2024
Khelif, testosterona y estereotipos de género en boxeo
En el post anterior ya aclaraba como la supuesta polémica vinculada al caso de
Imane Khelif en los JJOO 2024 quedaba resuelta si simplemente aceptábamos el
hecho de que la boxeadora argelina es una mujer con altos niveles de
testosterona producidos de forma natural por su cuerpo. A pesar de que esto
debería zanjar ya la discusión sobre su aceptación en la competición, podemos ir
más allá para hablar sobre la otra gran preocupación que surge en este caso, que
no es otra que la seguridad de las competidoras y que pone en duda la
participación de atletas intersexuales con hiperandrogenismo como Khelif. El
argumento resumido dice así: atletas con hiperandrogenismo, que producen más
testosterona que los niveles considerados normales para las mujeres, tienen
mayor capacidad para el desarrollo muscular y la fuerza. Esto no solo les da una
ventaja competitiva injusta, sino que puede poner en riesgo a las mujeres que
compiten contra ellas en deportes de gran contacto, como, por ejemplo, en rugby
o boxeo. A pesar de que hay amplia evidencia científica de la influencia
positiva de la testosterona en el rendimiento deportivo, hay una serie de
afirmaciones no confirmadas científicamente o basadas en estereotipos de género
que se asocian a dicho hecho y confunden el debate sobre casos como el de
Khelif.
Sobre las afirmaciones no confirmadas científicamente:
1. Los niveles detestosterona tienen una relación directa con la potencia de pegada en boxeo.
2.La potencia de pegada tiene una relación directa con la victoria.
No sabemos por ejemplo los niveles de testosterona que tenían grandes noqueadores como George
Foreman, Mike Tyson o Roberto “Mano de Piedra” Durán. Tampoco los conocemos para
el que la mayoría citan como el boxeador que pegaba más duro de todos los
tiempos: Earnie Shavers, que ganó 70 de sus combates por K.O, 23 de ellos en el
primer round. Lo que sí sabemos es que Shavers no fue, ni de lejos, el mejor de
su tiempo, perdiendo su oportunidad de obtener el cinturón de los pesados contra
campeones como Ali o Larry Holmes. Por contra, uno de los considerados como
mejores boxeadores de todos los tiempos, Floyd Mayweather, no era un gran
pegador.
Sobre los estereotipos de género:
1. Las mujeres son débiles y por eso,ni pegan fuerte ni, por supuesto, pueden pegar como un hombre. Recomiendo ver
estos dos vídeos para plantearse algunas cosas:
https://www.youtube.com/watch?v=OtQplASJNcw
https://www.youtube.com/watch?v=_mfn5As4G5o&t=76s
2. Las mujeres deben ser (paternalistamente) protegidas. Por eso, la relación entre niveles de
testosterona, rendimiento deportivo y seguridad en la práctica solo tiene
relevancia en la categoría femenina. ¿Qué pasa con las diferencias vinculadas a
la testosterona en hombres? ¿Hay gran preocupación por la salud de los púgiles
hombres que son noqueados por competidores con altos niveles de testosterona?
Debido a toda esa mezcla de afirmaciones científicas (la testosterona mejora el
rendimiento), pseudocientíficas (la testosterona dicta la potencia de pegada y
ésta es la que define la victoria) y estereotipos de género (las mujeres son
débiles y deben ser protegidas) nos encontramos con el barullo mental del caso
Khelif del que de momento no sabemos como salir. A pesar de lo complejo del
asunto, parece que la mayoría de los medios patrios ya han tomado partido,
citando últimamente a boxeadores de la selección nacional para asegurar el gran
riesgo al que somete la boxeadora argelina a sus rivales y por ende poner en
cuestión de forma permanente la participación de una deportista olímpica a la
que se la está machando y desestabilizando justo cuando más necesita que la
dejen tranquila para poder hacer lo que ha venido a hacer los JJOO: tratar de
conseguir la victoria, como todas las demás.
jueves, 1 de agosto de 2024
Boxeo, cromosomas y conspiranoias
La reciente victoria de la boxeadora argelina Imane Khelif sobre la italiana
Angela Carini en los octavos de final de los JJOO de París 2024 ha desatado la
polémica nuevamente sobre la elegibilidad de las atletas en las categorías
femenina y masculina. Como si de un nuevo caso Semenya se tratara (esta vez en
boxeo en vez de atletismo), volvemos a toparnos con el tratamiento injusto de
una competidora a la que tachan de hacer trampas sin haber hecho nada para
merecer tales calificativos.
Los casos de Khelif y Semenya son simples, pero no dejamos de hacerlos
complejos. Seguimos pensando la sexualidad según categorías binarias estancas
(hombre y mujer), vinculadas a un aspecto externo (relacionado con los
genitales) e interno (cromosomas) concretos. La ciencia muestra que hay toda una
gama de desarrollo sexual diverso, que hay personas con cromosomas XY
(típicamente masculinos) que son mujeres y que pueden presentar niveles más
altos de testosterona respecto a los que se consideran normalmente como
femeninos. Pero repito, son mujeres con niveles de testosterona altos; no son
hombres. Por tanto, la idea de que Khelif ganó injustamente a Carini y puso en
peligro su integridad física (he visto incluso comentarios acusando al Comité
Olímpico Internacional (COI) de fomentar el maltrato) no tiene fundamento. ¿De
dónde viene la polémica entonces? En 2023 tanto ella como la boxeadora Taiwanesa
Lin Yu-Ting habían sido descalificadas durante su participación en los
campeonatos mundiales debido a que la AIB (Asociación Internacional de Boxeo) no
las consideraba aptas para la categoría femenina. La propia AIB apoyaba su
decisión no en una prueba de niveles de testosterona, a la cual no se sometieron
las deportistas, sino a una serie de pruebas específicas sobre las que no dio
detalles ni reveló resultados. Como no podía ser de otra forma, el COI consideró
ese tipo de evidencias como arbitrarias y ha permitido a ambas boxeadoras
participar en los JJOO de París. De hecho, Khelif ya había participado en los
JJOO de Tokio, donde llegó a cuartos de final.
La polémica sobre Khelif se ha alimentado en redes sociales por las declaraciones de personales
públicos como la escritora J.K. Rowling o el cibermagnate Elon Musk y el efecto eco-altavoz de
la extrema derecha internacional, que ha salido en tromba alrededor del apoyo de
la boxeadora italiana Angela Carini. Lo más chocante del tema es que la propia
boxeadora italiana no criticó en ningún momento a su oponente argelina por su
supuesta condición masculina y simplemente dijo que se retiró tras sufrir un
golpe que le partió la nariz al comienzo del combate. Todo el ruido mediático
sobre esta cuestión lo hace gente alejada del ring, que está interesada en su
propia cruzada contra lo que consideran la ideología de género y la conspiración
woke para acabar con la civilización occidental, con teorías tan paranoicas como
la del great replacement (el gran reemplazo) sobre la raza blanca en la que el
descenso de la natalidad en occidente pasa por subvertir la idea de feminidad
maternal por parte de las feministas. Meloni y Díaz Ayuso lo tienen claro.
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