jueves, 28 de noviembre de 2013

Los medios de comunicación y el deporte espectáculo en la era digital

La transformación del deporte moderno desde los tiempos del amateurismo más romántico del s.XIX hasta la profesionalización extrema del deporte espectáculo actual ha estado marcada por una pérdida progresiva del control directo por parte de los propios implicados (los jugadores) y una influencia cada vez mayor de aquéllos que van a ver jugar. Este fenómeno toma otra dimensión cuando en el S.XX aparecen los medios de comunicación de masas, en concreto la televisión durante la segunda mitad de siglo. La disminución del número de asaltos y la duración de los mismos en boxeo o la aparición del tie-break en tenis tuvieron bastante que ver con la necesidad de un formato adecuado a la retransmisión del evento. Esa misma dinámica se ha venido repitiendo, cada vez con mayor fuerza en todas y cada una de las disciplinas deportivas debido a que la propia competición entre ellas por captar audiencias es feroz: hoy en día el deporte espectáculo no puede sobrevivir si no sale en los medios y si no hay audiencias que servir a los anunciantes, no hay retransmisión. En general, el modo de hacer más apetecible la modalidad deportiva a las audiencias ha sido subir la intensidad de la emoción y reducir el tiempo. Es decir, un deporte en el que hay que esperar mucho para que pase algo emocionante es aburrido y pierde audiencia. Podríamos pensar que el fútbol es el único que se salva de esta maldición. Sin embargo, lo que pasa más bien es que está blindado debido a que su deriva histórica lo ha convertido en la competición mundial por antonomasia. Aun así hay síntomas que van en esa dirección: para conseguir que haya más emoción y fomentar el juego de ataque se introducen medidas tales como prohibir la cesión al portero o que la victoria valga tres puntos y el empate uno. Sin embargo, la lógica de ese deporte cada vez más espectacular tiene su epicentro generador en el deporte estadounidense. Piénsese en la final de la Superbowl para entender de qué estamos hablando.
O, piénsese mejor en lo que ocurre en la NBA (dinámica que copian las ligas europeas): ¡la televisión pide tiempos muertos! Es decir, hay momentos en el partido que los jugadores tienen que dejar de jugar, les convenga o no, para que pueda colocarse la parrilla de anuncios. Pues bien, parece ser que la cosa no acaba aquí. En tiempos de la era digital, de la velocidad espectral de la comunicación y la cada vez mayor incapacidad para aguantar un microsegundo sin que surja la ansiedad y el aburrimiento si no hay un nuevo estímulo, la NBA quiere ir más allá. Se está estudiando la posibilidad de reducir de 48 min a 40 min el partido para evitar que las retransmisiones sean largas y tediosas para una generación joven que empieza a chatear con los colegas en cuanto faltan más de dos mates por minuto en la cancha. En fin, no me extraña que los ingleses hayan patentado también la versión corta del cricket, alejándose de aquellos días en los que los partidos podían durar más de un día entero y donde las paradas para comer o para el té eran acordadas por los propios jugadores mientras se disfrutaba del día en el campo.

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