viernes, 11 de julio de 2014

Dos campeonas frente a frente

“Es como una maratón pero sin entrenamiento” decía una de las allí presentes. Bueno, a mí me parecía más bien que ella estaba participando en una competición de halterofilia, por el esfuerzo y la tensión que hacía en cada uno de los pujos, que no tenían final. Esperar a que llegara el próximo movimiento sísmico y aprovechar la fuerza de la ola para avanzar un poco más. Una y otra vez. Sin remedio. Al mismo tiempo algo fatalista y cargado de ilusión. Al otro lado estaba una pequeña espeleóloga, atravesando un túnel cavernoso sin saber hacia dónde conduciría ni cuando llegaría a su fin. Cada poco tiempo notaba las sacudidas que la obligaban a seguir su descenso. Sin remedio. Al mismo tiempo algo fatalista y cargado de ilusión. Ahí estaban, ellas dos, mano a mano. Yo, testigo mudo de la proeza que estaban llevando a cabo. Dos campeonas frente a frente, no compitiendo, sino cooperando por un bien común.

viernes, 6 de junio de 2014

Que nadie haga nada

La cuestión de las instalaciones deportivas (como pasa también con aquellas que desarrollan actividades culturales) en la Comunidad de Madrid se entiende solo y exclusivamente dentro de un modelo de producción económica, auspiciado en cada caso por la supervisión política. Eso de que la gente pueda tener iniciativa no lucrativa para desarrollar algo en lo que están interesados pero que nadie va a hacer nada por desarrollar desde el ayuntamiento no parece encajar en dicho modelo.
La historia: no había instalaciones indoor para practicar BMX; estos chicos deciden construir una dentro de una nave abandonada, dentro del colectivo del centro social La Traba y empiezan a practicar la actividad que les fascina y a realizar diversas actividades y concentraciones relacionadas. ¡Qué novedad! ¡Qué sorpresa!¡Quieren desalojar el centro social! Está clara la retahíla de justificaciones que se traerán al caso: que si el edificio no era suyo, que son okupas subversivos, panda de vagos y maleantes que no aportan nada al barrio. Bueno, esperable dentro de la deleznable política a la que nos tienen acostumbrados los mueve-hilos de esta ciudad. Que nadie haga nada sin que ellos lo manden; que nadie se organice si no pasa por sus manos. Es decir: que te van a dar dos duros si te gusta la bici en Madrid y quieres practicarlo a cubierto. Justo ahora que empieza a haber necesidad de encontrar enemigos mediáticos en los que cargar tintas… ¿Hay cierta relación con los desalojos de la semana pasada en Barcelona? Por Dios, que venga ya el jefe del estado mayor (futuro rey) para poner orden en este caos en el que nos quieren sumir los okupas; el pacto social está en peligro. Aquí va el link por si queréis saber más: vimeo.com/95259574

lunes, 5 de mayo de 2014

Fútbol como acumulación sin límite

El deporte, más concretamente el fútbol, ha dejado hace tiempo de ser ya un mero entretenimiento en el que nos divertimos y vemos reflejada nuestra mejor cara (oh, ¡valores del deporte!) para convertirse en un negocio que comercia con las emociones. No me refiero a que el fútbol no tratara siempre sobre lo emocional, sobre eso que se llama el sentimiento y la pasión de los aficionados, sino que ahora más que nunca se utiliza para hacer suculentos negocios político-financieros con la coartada perfecta de que la gente necesita el fútbol (casi) más que comer o que estar sano. Los casos de corrupción, dinero negro e ingeniería financiera para evadir impuestos que mueve este juego, las inversiones provenientes de sectores como la construcción o el petróleo…son manifestaciones más o menos visibles o encubiertas de una misma lógica: hacer y ganar más dinero.
Para Marx, lo que distingue al capitalismo de cualquier otro tipo de sistema de producción anterior es la acumulación ilimitada de capital, siguiendo un ciclo de ahorro-inversión sin fin; lo que en jerga empresarial (que ya es el nuevo sentido común) sigue expresándose con el mantra del crecimiento ilimitado. Para Wallerstein los capitalistas eran como ratones en una rueda que solo querían ir más rápido (ganar más) para ir aún más rápido (para seguir ganando más), sin un fin más allá. Los aficionados de fútbol no son siquiera los ratones; son los que soportan la rueda para que corran sobre ellos dando patadas a un balón mientras se regodean de lo bien que son pisoteados. Eso sí, con mucho estilo y con mucha emoción.

jueves, 6 de marzo de 2014

Golpe al barbudo

La próxima vez que te dé un rebrote de machismo deportivo, sigue estas simples indicaciones: 1. Localiza un ginmasio de boxeo en la zona en el que haya chicas entrenando. 2. Entra y pide que te dejen probar una clase. 3. Pide que te permitan hacer guantes al final de clase y elige, estratégicamente, una chica que veas más pequeña que tú pero que lleve algo de tiempo boxeando. 4. Al primer golpe en la nariz verás como experimentas un despertar agudo sobre eso de que va la igualdad de géneros en deporte. Terapia de shock;funciona seguro.
Pd: en el audio hay una errata; el récord de altura de mujeres está en 2.09, más alto aun de lo que creía. ¿Alguno se anima?

martes, 25 de febrero de 2014

Lo que los ordenadores no pueden hacer

Ése era el título del provocativo libro que Dreyfus escribió en los años 70. La cosa tenía su miga, porque Dreyfus era profesor del MIT y estaba rodeado por toda una serie de conversos tecnológicos de la inteligencia artificial, boyante en esa época. Imagino las sonrisillas irónicas de éstos cuando se topaban con este filósofo que predicaba ─sin mucho sentido a su parecer─ los límites de la inteligencia artificial. Algo distinto debieron pensar cuando, veinte años después, Dreyfus volvía a escribir “Lo que los ordenadores (todavía) no pueden hacer” y las promesas de los informáticos e ingenieros del MIT estaban aún muy lejos de parecerse a la cognición humana. El argumento de Dreyfus es sencillo: los ordenadores entendidos como meros procesadores de inputs-outputs no pueden desarrollar una cognición como la humana porque carecen de un sentido común acerca de una infinidad de circunstancias contextuales que se dan en las situaciones de nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, lo que necesito comprar para comer esta semana no depende solo de lo que me falte en la despensa y que normalmente compro sino que puede depender de cosas tan dispares como que es el cumpleaños de mi padre y eso implica que tendré que preparar un día algo especial; estoy malo del estómago y tendré que cocinar algo suave; mi pareja tiene dos reuniones esta semana con lo que no comerá aquí; el fin de semana comí mucha carne y esta semana entonces comeré menos etc… No hay capacidad para incluir en algoritmos toda esa serie infinita de circunstancias ad hoc que cambian de vez en vez. La primera de las guerras hombre-máquina de la época reciente es la protagonizada por Deep Blue vs Kasparov a mediados de los 90 del siglo pasado. En principio, el ajedrez era un terreno muy favorable para Deep Blue porque el desarrollo del juego era en un espacio de casillas cerrado en el cual no había necesidad de ejecución técnica. Esto planteaba el evento como un mero problema de cálculo. Sin embargo, si bien Deep Blue ganó partidas, también lo hizo Kasparov. La técnica del humano era desarrollar patrones de juego creativos, inesperados, que sorprendieran a la “lógica ajedrecística” programada en Deep Blue. La idea era la misma que en Dreyfus: aunque el ordenador pueda ganar a cualquier humano en capacidad de computación bruta de datos, ningún ordenador es capaz de entender los dobles sentidos o un chiste que le haga gracia a un niño de 10 años o una invención creativa del juego que fuera atípica pero efectiva. De hecho, Kasparov criticó duramente que en la habitación de los técnicos de juego estuvieran otros grandes maestros de ajedrez que podían “ayudar a orientar” al ordenador hacia direcciones razonables de juego y que anularían el factor sorpresa. Llegamos al presente: en 13 días tendrá lugar en China un partido de pingpong (lo podéis seguir en directo en http://www.kuka-timoboll.com) entre el brazo robótico KUKA KR Agilus y la leyenda de ese deporte, Timo Boll. En principio, a favor del robot estaría el hecho de que es un juego bastante cerrado, vinculado a trayectorias y espacios bien definidos y que la velocidad, fuerza y precisión del brazo deben ser superiores al del humano.
Sin embargo, yo apuesto por Timo Boll. Dos razones: no creo que la KUKA sea capaz de interpretar los movimientos de Timo, que son determinantes para saber cuál es la acción que va a desarrollar. Vinculado a lo anterior, la máquina no va a poder saber si las bolas vienen con algún efecto (sea backspin, topspin o slide) si se basa ─como creo que hará─ en la mera detección de trayectorias simples. ¿Te atreves a hacer tu predicción? Déjala en los comentarios.

miércoles, 22 de enero de 2014

Liga de fútbol profesional: la metáfora neoliberal

No podríamos encontrar un ejemplo mejor que la liga de fútbol profesional en nuestro país para explicar cómo funciona la economía de mercado global que presenta el neoliberalismo. Para ello, solo tenemos que imaginar que los equipos son países. En este terreno de juego que teóricamente es igual para todos y en el que todos los equipos intercambian libremente sus mercancías (léase, jugadores), vemos enseguida que hay algo que funciona de forma extraña en realidad. Más que una buena autorregulación del mismo que haría imposible grandes desajustes entre los diversos equipos, la liga del fútbol español se ha convertido básicamente en cosa de unos pocos; bueno, más bien de dos.
El supuesto modelo teórico ideal del mercado futbolístico donde incurren libremente y en igualdad de condiciones los equipos dista mucho de ser real. Los grandes equipos nunca han jugado en igualdad de condiciones: ni el presupuesto monetario con el que parten es igual al de sus competidores, ni el trato de favor del que han gozado como sociedades anónimas (especie de proteccionismo estatal) les ha puesto a la misma altura. Esta brecha inicial no ha dejado de acrecentarse y les ha permitido acumular y reinvertir capital en un ciclo sin fin: grandes fichajes y venta de derechos televisivos/ merchandising son los extremos de esa rueda. Según datos ofrecidos por Deoitte Footbal Money League, el Real Madrid fue el club europeo con más ganancias en 2013, 512 millones de euros (siendo el primero en superar los 500 en una temporada) y el Barça el segundo, con 483 millones. Si miramos los datos de años anteriores, la tendencia nunca ha dejado de crecer, ni en tiempos de crisis. Decía que la liga profesional de fútbol era una metáfora de la autorregulación del mercado a nivel global. La polarización en la liga es cada vez más evidente y las desigualdades y asimetrías en la competición cada vez más difíciles de revertir. Más que autorregularse, la propia dinámica del mercado acabará generando equipos súbditos, meras comparsas que tratarán de mantener su puesto sin desaparecer a cambio de ayudar a los de arriba a disputarse los verdaderos beneficios.

jueves, 16 de enero de 2014

Disciplina, jerarquía y libertad

Para mí, una de las cuestiones más controvertidas acerca de las artes marciales es la cuestión de la disciplina. Me horroriza escuchar cada vez que alguien apunta a su niño eso de “ahí aprenden disciplina”, cuando lo que muchas veces quieren decir es que van a aprender a respetar el orden y la jerarquía. Esa visión tan reduccionista del asunto no atiende más que a una imagen distorsionada de las artes marciales vinculadas al militarismo japonés que se desarrolló en el s.XX.
Creo que lo verdaderamente interesante de la disciplina de las artes marciales (transferible a otra actividad) se refiere al desarrollo de una voluntad personal para llevar adelante lo que te propones. Es decir, no dejarse amordazar por la pereza o por el miedo. Decía un poeta chino del que no recuerdo el nombre que la disciplina es compañera de la libertad. Precisamente, sin esa disciplina propia es imposible llegar a desarrollar lo que te propones. Nunca vas a llegar a desarrollar esa libertad que, según Bakunin consistía en desarrollar, cada uno de nosotros, todo el potencial que traíamos dentro y ayudar a los demás también a lograrlo. La disciplina que te inculca respetar la jerarquía para medrar, para obtener dinero y así poder comprar tu libertad es la disciplina del esclavo, del miedo y de la muerte en vida (esa acumulación inagotable llamada capital).