lunes, 28 de julio de 2014
El prometeo paralímpico
Por fin ha pasado. Este fin de semana, el saltador Markus Rehm ha ganado el campeonato alemán de salto de longitud. ¿Qué ha pasado? Que un competidor considerado paralímpico (Rehm salta con una prótesis en su pierna derecha) haya ganado una competición en la que participaba con competidores considerados “normales”. El deporte, debido a su alto grado de exposición mediática, es un campo fundamental para la definición de la “normalidad” de los cuerpos y lo hace desde un punto de vista biologicista, vinculando capacidades y naturalezas humanas. Es así como se establece paridades opuestas en la cuestión de la raza (blanco/negro), sexo (hombre/mujer) o grado de discapacidad (deportista/deportista discapacitado). Por eso, todo aquello que aparezca como amenazador de tal normalidad, que pretenda subvertir y traspasar los límites de las categorías siempre aparecerá como algo problemático y sospechoso.
El caso Pistorius fue un primer aviso sobre lo que parece que Rehm apunta: la inversión del espectro sobre deporte bueno/deporte secundario que se asimilaba a la relación deporte olímpico/deporte paralímpico. Rehm es un paralímpico que ha ganado a aquéllos que deberían estar por encima de él en marcas. La reacción de protesta no se ha hecho esperar; ya se están investigando las prótesis a ver si le pudieran dar cierta ventaja competitiva sobre sus oponentes. Sin embargo, si nos fijamos bien, esa ventaja competitiva de las naturalezas de algunos participantes no es algo problemático de por sí, siendo admirada y celebrada (piénsese en un Usain Bolt por ejemplo) siempre que estén dentro de las categorías fijadas. Es decir, la cuestión sobre la ventaja competitiva es algo que solo aparece como sospechoso, asociado a la trampa, en casos que son problemáticos porque cruzan fronteras de normalidad (como éste caso de Rehm o el de Semenya en el deporte femenino o en los casos de atletas negros de principios de s.XX cuando existía la barrera de color). Ahora bien, esas categorías normales son históricas y el ejemplo de Pistorius o Rehm quizás solo sean una forma muy evidente de mostrar que la definición de naturaleza humana, debido a su relación tan peculiar con la tecnología, está verdaderamente cambiando. Esto implicaría por ejemplo que en un futuro próximo se borrara la propia distinción olímpico/paralímpico.
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